Arranca aquí una sección que probablemente sea, cuando menos, atípica, pero como muchas cosas en la vida están entrelazadas y cada uno tiene el derecho a tener más de un hobby, pues voy a intentar unir dos de mis aficiones favoritas: el baloncesto y la cocina.

El desarrollo del partido de la jornada pasada (U. León – U. Valladolid) me da pie a introducir un concepto muy famoso en la cocina. Dicen las abuelas que uno de los secretos de preparar unas buenas habas radica en “ASUSTARLAS”; se trata de esperar a que hiervan y, justo en ese momento, añadir un poco de agua fría para cortar la cocción y que esta empiece de nuevo (dicen que con ello las habas no pierden las pieles y quedan luego en su justo punto).
Pues bien, tengo el honor de pertenecer a un equipo al que ese concepto, baloncestísticamente hablando claro, se le da de muerte: están en el partido, parece que lo llevan controlado, y en el momento que menos te lo esperas fallan tres bandejas, regalan tres pases al equipo contrario o se ponen a recoger perejil en el lado débil. Consecuencia, las rivales se escapan, a mi me echan un jarro de agua fría (de ahí lo de las habas) y se quedan tan anchas. Tengo que decir en su defensa que según la teoría de Silvi, hacen todo lo posible para mantener en vilo al espectador, para darle emoción al partido, y porque no, para parecernos al Atleti, sufriendo hasta el último momento. A nosotros, como al susodicho equipo de fútbol no nos pega ganar por goleada.
El caso es que por ahora tendré que darme por contento con que me “ASUSTEN” con tal de que el guiso salga como tiene que salir.
Esta semana jugamos contra Segovia. Espero que todo salga como debe y pueda dedicarle mi siguiente receta a Rojo (compañero del equipo de la ULE), ya que el chaval me requiere en relación a los pescados. Me gustaría hablar de los saltarines salmones o las escurridizas truchas más que de las merluzas o la empanada de bonito: ¿en mano de quién está? Por supuesto en las de mis jugadoras, como todo.
Hasta pronto.

El desarrollo del partido de la jornada pasada (U. León – U. Valladolid) me da pie a introducir un concepto muy famoso en la cocina. Dicen las abuelas que uno de los secretos de preparar unas buenas habas radica en “ASUSTARLAS”; se trata de esperar a que hiervan y, justo en ese momento, añadir un poco de agua fría para cortar la cocción y que esta empiece de nuevo (dicen que con ello las habas no pierden las pieles y quedan luego en su justo punto).
Pues bien, tengo el honor de pertenecer a un equipo al que ese concepto, baloncestísticamente hablando claro, se le da de muerte: están en el partido, parece que lo llevan controlado, y en el momento que menos te lo esperas fallan tres bandejas, regalan tres pases al equipo contrario o se ponen a recoger perejil en el lado débil. Consecuencia, las rivales se escapan, a mi me echan un jarro de agua fría (de ahí lo de las habas) y se quedan tan anchas. Tengo que decir en su defensa que según la teoría de Silvi, hacen todo lo posible para mantener en vilo al espectador, para darle emoción al partido, y porque no, para parecernos al Atleti, sufriendo hasta el último momento. A nosotros, como al susodicho equipo de fútbol no nos pega ganar por goleada.
El caso es que por ahora tendré que darme por contento con que me “ASUSTEN” con tal de que el guiso salga como tiene que salir.
Esta semana jugamos contra Segovia. Espero que todo salga como debe y pueda dedicarle mi siguiente receta a Rojo (compañero del equipo de la ULE), ya que el chaval me requiere en relación a los pescados. Me gustaría hablar de los saltarines salmones o las escurridizas truchas más que de las merluzas o la empanada de bonito: ¿en mano de quién está? Por supuesto en las de mis jugadoras, como todo.
Hasta pronto.