Doctorados en comentarios de grada

Cada fin de semana se oyen muchas cosas por las gradas, gritos de ánimo, apoyos incondicionales (los menos), pero también desprecios, insultos y críticas que van más allá de lo normal sin ningún tipo de argumentación ni justificación.

De alguna gente se puede esperar –la ignorancia es más atrevida que juiciosa-; de algún padre es hasta soportable, ya que opinar desde la ceguera parcial que producen los genes propios tiene esas desventajas; pero escuchar lo que se escucha de los que también han estado o están ahí abajo, no deja de sorprenderme primero y de indignarme después.

Los que lucen nuestro nombre y los que en algún momento estuvieron en nuestro barco –aunque en muchas ocasiones remando en sentido contrario- deberían sacarse primero la rueda de molino que llevan en la lagaña para después atreverse a opinar sobre la brizna que lleva su “colega” en el ojo.

Tras ese breve pero doloroso ejercicio debería de proceder en segundo lugar a valorar su legado, su aportación a nuestro deporte, saliendo de su propio ego para tomar un poco de perspectiva y valorar sus éxitos cosechados, y sobre todo contar (si tiene dedos para algo más que para señalar) las jugadoras que tras sus valiosísimas clases magistrales son mejores jugadoras y personas.

Comprendo que es pedir demasiado a quién siempre piensa que “lo suyo” no huele, sólo lo de los demás.

Moraleja: si vas a hablar de los demás, cuenta hasta ocho, y cuando hayas pasado de medio campo, piensa si lo que vas a decir servirá para ayudar o mejorar algo, porque puede ser mejor dejar que suenen los veinticuatro a que tires una nueva pedrada que sólo sirve para hacer daño.

Una gran verdad para comenzar la temporada

La tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia;
la inteligencia tiene sus límites, la tontería no.
(Claude Chabrol)