Scariolo se despidió ayer como seleccionador. Atrás quedan dos títulos europeos (Polonia 2009 y Lituania 2011) y la plata olímpica de Londres 2012, tres éxitos que vivió junto a su ayudante Orenga, que será su sustituto en el Eurobasket de Eslovenia (aunque eso será motivo de otro análisis)
Puedes leer su balance de estos cuatro años AQUÍ.
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Confieso que no debo de ser objetivo porque siempre he sido defensor de la idea de basket de Scariolo; desde su paso por Baskonia, su etapa en el Real Madrid y su trabajo en Málaga. Así lo he demostrado desde este Blog en varias ocasiones: La pizarra de Scariolo (enero de 2010) o Scariolo y la 2ª unidad (septiembre de 2010).
Valoro de él el respeto hacia los jugadores, el saber escuchar lo que tienen que decir, lo que pueden aportar los que de verdad van a ser los protagonistas, su mano izquierda para desenvolverse ante las críticas de afición, medios de comunicación, jugadores en ocasiones.
Nunca hizo leña de ningún desafortunado, salió airoso con paciencia, trabajo y psicología de los malos comienzos de campeonatos, y nos guió por la etapa más gloriosa de nuestro baloncesto.
El palmarés es indiscutible -se puede ver en la cabecera- aunque muchos dirán "cualquiera que hubiera dirigido a ese grupo habría conseguido lo mismo".
Puede ser, pero como dijo Fito "Lo que nos llevará al final serán los pasos, no el camino", y para mí ha sido tan importante el como transitar durante ese período como los exitos conseguidos al final del camino.
Entiendo que un mundo en el que "el triunfo ajeno nos recuerda el fracaso propio" (Igor Pascual) es mucho más facil identificarse con un seleccionador subido de peso, con coloretes y cara de bonachón, que con un "italiano" engominado y elegante, que hable varios idiomas perfectamente y cuya mujer estuviera en los posters que decoraban nuestras habitaciones en otras épocas.
En fin, Sergio, muchas gracias, sólo tienes que arrepentirte de un pecado: llevar gomina.