Artículo publicado en el DIARIO DE LEÓN de hoy
Nos encontramos con redes clientelares que hay que mantener, amigos a los que hay que “alimentar” porque de ellos depende que tu maquinaria esté debidamente engrasada para perpetuarse en el poder.
Los concursos debidamente orientados, la opacidad de los mismos, las casualidades que hacen que siempre se adjudiquen a empresas “amigas”, la colocación estratégica de personal a su servicio, las escaramuzas “legales” para que todo se decida como y donde debe decidirse… todo ello desde luego no se realiza para beneficiar a la mayoría, no para que los servicios sean mejores y más baratos, no para hacer más justa nuestra sociedad, no es ese el fin que se persigue.
Luego está ese modo funambulista de caminar por la política que tienen muchos de los que se hacen llamar nuestros representantes, defendiendo aquí lo que niegan allí, votando en contra de los intereses de los que le eligieron en las urnas pero, eso sí, a favor de los que tienen en su mano que su nombre figure en la próxima lista; a eso algunos lo llaman disciplina de voto.
También nos encontramos las llamadas estrategias políticas que se realizan según algunos para que “se retraten” otros, y que si se hicieran de otro modo servirían para sacar adelante proyectos y no para echarse en cara unos a otros el apoyo o el rechazo a determinadas propuestas.
Por ejemplo, cuando en una moción se insta a llevar a cabo diez iniciativas y en ellas hay ocho que son de sentido común y de “fácil” cumplimiento, pero se ponen otras dos que cargan ideológicamente contra los que van a tener que votarla, ¿se busca de verdad sacarla adelante por el bien común, o se busca usarla como arma arrojadiza hacia el adversario político?
Todo este tipo de argucias de pasillo institucional, de tácticas de desgaste del rival, solo hacen perder el tiempo y las energías que debieran de dedicarse a trabajar en común para avanzar en acuerdos, para gestionar mejor lo de todos y así dejar para las campañas electorales el teatrillo que tanto les gusta a los amantes de la vieja política, esa que les sirve a ellos pero no a los que les votan.