El pasado 13 de enero se configuró un nuevo Congreso de los Diputados en nuestro país.
La velocidad con la que se atropellan los acontecimientos políticos y sociales en los últimos tiempos quizá no nos ha permitido detenernos a valorar un acontecimiento que estoy seguro que marcará una época, una tendencia, y que valoraremos como histórico en un tiempo no lejano.
La llegada en bici de los diputados de Equo/Podemos, la charanga que acompañaba a Compromís, Carolina Bescansa subiendo a votar con su bebé en brazos no dejan de ser anécdotas de lo ocurrido en ese día, pero son también un reflejo de que la gente corriente, nuestros vecinos, nuestras amigas, ese compañero de la refinería o el que antes perseguía con la cámara a “sus señorías” han traspasado las barreras detrás de las que se han estado atrincherando durante tanto tiempo y por fin ocupan un espacio desde el que ser nuestros altavoces, nuestros “carteros del cambio” que trabajan desde el minuto uno por y para todos, no sólo para los que más tienen.
Comenzamos con el Parlamento Europeo, seguimos con los Parlamentos Autonómicos, por los Ayuntamientos, y por fin llegó el día para el que habíamos nacido.
Como nos dijo Sabina “tenemos los pies en el barrio, y el grito en el cielo, más de cien palabras, más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas, más de cien pupilas donde vernos vivos”
En nuestro caso la satisfacción tiene que ser doble; una de nosotras, con la que hemos recorrido pueblos y mercados, que ha tenido siempre el mismo entusiasmo para defender nuestras prioridades (ya sea ante 300 o ante 9 personas), nuestra vecina y amiga Ana Marcello lleva con orgullo el nombre de León y la voz de los más desfavorecidos por el hemiciclo.

Compañera Ana, compañeros todos, no decaigáis, la frente alta, la mirada limpia, el paso firme, porque tenéis a millones de personas empujando, animando, dándoos fuerzas…porque su odio es nuestra sonrisa.
Ya sabemos que “sí se puede”, y que tú, ANA, "no estarás sola".
Seguimos.