Apareciste en mi vida entrando así, como de puntillas, pero al mismo tiempo echando abajo la puerta que esperaba ser abierta.
Andaba mi corazón distraído, revoloteando por un verano que tocaba a su fin. Y te posaste ante mi, mariposa, superando tu metamorfosis, tirando "el palo" al suelo y dejando que te abrazara con el corazón.
"Cuéntame una historia más", y yo alimentaba las mariposas de tu estómago para que las disfrutaras como loca quinceañera.
Te quise ir ganando poco a poco y de ese modo casi no me di ni cuenta de que el conquistado era yo. De que tu corazón era tan grande que me envolvía. De que en ningún lugar estaba mejor que enredado entre esa mezcla tuya de ternura y energía, de entrega y rebeldía, de paz hacia los demás y de guerra dentro de ti.
Por ahora…o quizá siempre