Alimentos afrodisíacos

En el último viaje con mis chicas me comprometí a poner en esta sección recetas o alimentos afrodisíacos, aunque no entiendo para que los necesitan ellas, que lo tienen todo para tener a los chicos que quieran tan sólo con lucir sus encantos naturales ¡qué cursi me ha quedado! Ja, ja.

Hay mucha leyenda sobre este tema de los afrodisíacos, pero algo de cierto hay, seguro. En la edad media decían que los platos preparados con apio, cebolla, nuez moscada, pimentón o especialmente especiados surtían ese efecto, aunque no me extraña porque son ingredientes que hacen que aumente la temperatura corporal.

Bueno, al “turrón” (como diría el otro). Para empezar podríamos probar con un aperitivo: un VINO blanco (que favorece la circulación, desinhibe y relaja) y unas ALMENDRAS (se cree que su aroma provoca la pasión femenina y son muy ricas en vitamina E, conocida como la vitamina antiesterilidad porque incrementa la producción hormonal).

Para disfrutar de ese vinito blanco, nada mejor que acompañar con unas OSTRAS, ricas en cinc (mineral que ayuda al desarrollo de los órganos reproductores y a la producción de esperma). Por supuesto el afrodisíaco cinco estrellas es el CAVIAR, pero creo que para nuestros bolsillos no es lo más recomendable.

Podríamos continuar con una ensalada con base de lechuga pero a la que le podíamos añadir ciertos ingredientes: TOMATE; su pulpa, jugosa y sensual ha sido usada como tal desde su llegada a Europa desde América; AGUACATE, al que los aztecas denominaban “ahacuatl” (el árbol de los testículos); también algo de MANZANA, símbolo de la tentación desde que Eva la mordió en el paraíso, y unas NUECES (también ricas en vitamina E), que eran usadas por los romanos en ritos para la fertilidad.

Cualquier crustáceo, por ejemplo unas LANGOSTAS, irían muy bien ahora, y como plato principal algo ligerito aunque bien especiado: con un poquito de APIO (los romanos se lo dedicaban a Plutón, dios del sexo), AZAFRÁN (los griegos creían que si una mujer lo tomaba durante unos días no podría resistirse a un amante), CLAVO (también efectivo contra el cansancio mental y físico), ROMERO (que estimula el sistema nervioso) o TOMILLO (buen purificador para el cuerpo).

En la línea en la que estamos un postre con VAINILLA, unas TRUFAS o unas FRESAS (con las que puedes iniciar algún juego sensual) sería perfecto.

Por último deciros que los sexólogos han llegado a la conclusión de que el ejercicio físico aumenta la líbido, así que mis chicas tienen que tenerla por las nubes, porque ejercicio hacen bastante, tanto en la cancha como por el húmedo.


Un beso para ellas.

Salmón al horno

La vida del salmón es un poco especial, por decirlo de alguna manera; cuando llega la época de la reproducción sube río arriba, saltando por encima del agua, alegre aún a sabiendas de que su viaje terminará con su muerte. Pero su instinto, su afán de supervivencia, su lucha, le lleva a emplearse con más energía que nunca para llegar al nacimiento del río, donde depositarán los huevos las hembras, donde los fecundarán los machos, donde morirán ambos para garantizar una nueva generación, para dar continuidad a la especie. Algunos ni llegan, porque en uno de esos generosos saltos se topan con la garra del oso que espera paciente su comida, sabedor de que en la fecha señalada sólo tiene que esperar en las piedras a que su almuerzo se le lance a las fauces. Como diría el otro: “es lo que tiene”.

A mis chicas esta semana les dio por convertirse en salmones, lucharon con más fuerza que nunca, saltaron por encima de las dificultades, subieron río arriba sabiendo la dificultad del viaje, la más que posible muerte (deportiva se entiende) al final del mismo, pero aún así demostraron que su instinto, sus facultades y su corazón va a garantizar una nueva vida. No tengo ninguna duda de que si se emplean así cada fin de semana va a tener que ser un oso muy grande el que se nos lleve al plato. Enhorabuena chicas, aunque el final estaba escrito y no pudo ser.

Como ya me estoy poniendo pesadito (lo sé) paso a la receta de la semana, que como no podía ser de otra manera, es un SALMÓN AL HORNO (se lo debía a mi compañero Rojo de la ULE), que no por sencillo deja de estar muy rico y sabroso.

Un par de trozos de salmón por persona no está mal como orientación para la compra. Este pescado ya está limpio y no da nada de trabajo. Se prepara una fuente para horno que se unta ligeramente con margarina (con los dedos se esparce fenomenal). Picamos cebolla para hacer una primera capa en la bandeja con ella; por encima pondremos patatas cortadas en rodajas hasta hacer una segunda capa (como en una lasaña); acto seguido pondremos el salmón en rodajas formando otra capa, le espolvoreamos algunas especias por encima (le va muy bien un poquito de ajo-perejil, o unos toques de tomillo y orégano. Por último un toque de sal y unas gotitas de aceite de oliva sobre el salmón y se mete en el horno a 180 grados durante unos 25 minutos.

Como habréis visto es muy sencilla. Para servir acompañar de unas hojas de lechuga, y, aunque no soy un especialista en la materia, os recomendaría un vino blanco, y os voy a dar dos nombres: Viña Esmeralda y Ovación (Rueda).

Un besito, salmonas.

Pollo con langostinos

Ya sé que le debo un pescadito a Rojo, pero como esta semana las cosas se complicaron y no jugamos me dio por hacer una de esas cosillas que los entendidos deben llamar “Delicateseen”, porque después comprobé que estaba para chuparse los dedos, así que allá va un POLLO CON LANGOSTINOS:

Dorar en una cazuela con un poco de aceite el pollo troceado y luego añadir 2 ó 3 cucharadas de tomate natural triturado.

Mientras tanto ponemos en una sartén una cebolla bien troceada para rehogarla con un poquito de aceite. Luego echamos los langostinos (mejor descongelados) a los que previamente les habremos cortado las cabezas. Esperar a que vayan poniéndose rojos.

En un cazo pequeño ponemos una copa de coñac y la calentamos sin que llegue a hervir. Cogemos un poco en una cuchara y le acercamos una cerilla o mechero para flambear todo el coñac y echarlo ardiendo sobre la sartén con los langostinos (importante no flambear con la campana extractora encendida, pues la llama puede ascender).

Cuando se apague la llama echarlo todo a la cazuela del pollo, añadir un vaso de vino blanco, un poco de sal, una pastilla de caldo de pollo o carne y cocer durante 45 minutos o una hora a fuego lento (añadir agua si se necesita).

Os puedo asegurar que está de rechupete, llevas menos trabajo del que pueda parecer y flambear es sencillo, aunque para los que no lo hayan hecho nunca les parezca complicado, así que ánimo y a intentarlo.

Le quiero dedicar esta receta a Silvia, que estos días andas estresadísima con los exámenes y necesita airearse un poquito, así que no olvides que los que te queremos estamos ahí para lo bueno y para lo malo. Un beso cielo.

Juanjo Moro

Las habas de la abuela

Arranca aquí una sección que probablemente sea, cuando menos, atípica, pero como muchas cosas en la vida están entrelazadas y cada uno tiene el derecho a tener más de un hobby, pues voy a intentar unir dos de mis aficiones favoritas: el baloncesto y la cocina.

El desarrollo del partido de la jornada pasada (U. León – U. Valladolid) me da pie a introducir un concepto muy famoso en la cocina. Dicen las abuelas que uno de los secretos de preparar unas buenas habas radica en “ASUSTARLAS”; se trata de esperar a que hiervan y, justo en ese momento, añadir un poco de agua fría para cortar la cocción y que esta empiece de nuevo (dicen que con ello las habas no pierden las pieles y quedan luego en su justo punto).

Pues bien, tengo el honor de pertenecer a un equipo al que ese concepto, baloncestísticamente hablando claro, se le da de muerte: están en el partido, parece que lo llevan controlado, y en el momento que menos te lo esperas fallan tres bandejas, regalan tres pases al equipo contrario o se ponen a recoger perejil en el lado débil. Consecuencia, las rivales se escapan, a mi me echan un jarro de agua fría (de ahí lo de las habas) y se quedan tan anchas. Tengo que decir en su defensa que según la teoría de Silvi, hacen todo lo posible para mantener en vilo al espectador, para darle emoción al partido, y porque no, para parecernos al Atleti, sufriendo hasta el último momento. A nosotros, como al susodicho equipo de fútbol no nos pega ganar por goleada.

El caso es que por ahora tendré que darme por contento con que me “ASUSTEN” con tal de que el guiso salga como tiene que salir.

Esta semana jugamos contra Segovia. Espero que todo salga como debe y pueda dedicarle mi siguiente receta a Rojo (compañero del equipo de la ULE), ya que el chaval me requiere en relación a los pescados. Me gustaría hablar de los saltarines salmones o las escurridizas truchas más que de las merluzas o la empanada de bonito: ¿en mano de quién está? Por supuesto en las de mis jugadoras, como todo.

Hasta pronto.