Tal y como están organizadas las cosas hoy en día no acabamos la jornada sin encontrarnos con alguna rotonda, y aunque no puedo negar que ayuda en cuanto a la fluidez, también provoca situaciones peligrosas y te enseña a tomar decisiones en cuestión de décimas de segundo. Esto último sucede cuando no sabes el camino, ahora bien, hay muchas, las más, que sabemos de sobra lo que tenemos, lo que debemos hacer y el camino que debemos seguir.

Hay gente que no se complica, va de acompañante, se deja guiar, dice "bueno, si nos equivocamos ya daremos un rodeo pero llegaremos igual".
Hay otras pesonas que toman la decisión cuando se les plantea la disyuntiva y debe andar lista de reflejos para no colarse; a veces puede valer pero se corren demasiados riesgos.
Otras, llegado el momento se quedan en el medio, paradas, no avanzan, y, lo que es peor, no dejan avanzar a las demás; estas de verdad son un peligro.
Las hay también que ante la falta de decisión se dedican a dar vueltas dentro de la rotonda, quizás esperando a que pase alguien a quien seguir; pueden tener suerte o pasarse mucho tiempo como la pescadilla que se muerde la cola.
Por último las hay más previsoras, preguntan al que ha hecho ese camino muchas veces, miran el plano antes de salir, consultan el mapa por si acaso, para que cuando llegue el momento no tengan dudas; estas son garantía de éxito, van a llegar a donde deben y a tiempo.
Si las metáforas no son lo tuyo, si no entiendes nada, lo mejor es preguntar ¿no crees? Si no siempre te quedará el GPS (atención, no siempre está actualizado)