Ya casi tenemos año y medio, y con cada día amanece un cúmulo de experiencias, de nuevas sensaciones, de objetos que por simples que parezcan son todo un reto para un pequeño aventurero.
Parece increible el juego que da una simple bolsa de jumpers, un balón o unas piezas viejas de plástico, por no hablar de las pinzas o cualquier tipo de producto que salga de ese mágico cajón del cuarto de baño.
Y así, poco a poco, pasan los agotadores días, cada vez andando con pasos más firmes, cayendo, levantando, chillando y cogiendo unos cabreos tremendos cuando las cosas no salen como deben.
Llega la noche y el cansancio nos invade a todos; a los que son bebés y los que velan porque un día más sólo haya habido sustos, sin que los lloros pasen a mayores.
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