Una de parábolas

Una de las historias clásicas que escuchamos muchas veces es la parábola del “Hijo Pródigo”. La verdad es que no la entiendo demasiado, y, es más, no comparto mucho la moraleja que se quiere extraer de ella.

Como sabréis va de un hijo que se marcha de la familia para buscar nuevas aventuras; al cabo de un tiempo, y tras fracasar en sus proyectos, regresa y el padre prepara una gran fiesta, tirando la casa por la ventana como nunca; el otro hermano, el que nunca se fue, el que se mantuvo al cuidado de sus padres y de su hacienda, no entendía que a él nunca se le hubiera premiado ni valorado de ese modo, y sin embargo, al que marchó se le recompensara de tal forma.

Una vez estuve en ese lugar, aposté por un cambio y una aventura, aprendí mucho y gané en experiencias que nunca olvidaré, y cuando volví no disfruté de la citada parábola, todo lo contrario, gracias a todavía no se qué perdí relaciones, gané enemigos y de aquellos barros vienen ahora estos lodos.

En estos días me siento un poco como ese hermano que se queda, que siempre está ahí y que ve como año tras año son otros los que se van y a los que se despide con cariño y agradeciendo su legado.

De momento yo también agradezco la parte correspondiente que he compartido de éxitos y de fracasos –más de estos últimos en esta temporada- porque siempre me dijeron que es de bien nacidos ser agradecidos, pero también me vienen a la mente las personas que teniendo la oportunidad de cambiar de aires prefirieron seguir a mi lado, sólo espero –creo que sí- que no se arrepientan de la decisión que en su día tomaron.

Sé que no siempre compartiste mi forma de ver este juego, que no siempre estuviste de acuerdo en las decisiones tomadas, que hubieras hecho cosas de otro modo, pero me quedo por encima de todo con todas las que hicimos conjuntamente –que fueron las más-, con las ideas que sumaron, con lo que me aportaste y contagiaste de tu espíritu y tu carácter ganador e inconformista. Espero que también hayas aprendido de mis errores y te lleves un poquito de ese sentimiento de la ULE, que tiene algo de especial.

Ya sabes que comprendo perfectamente tus razones, que tienes mi apoyo y tendrás mi ayuda si es que la necesitas, y que te seguiré queriendo, pero también sabrás eso de que el roce hace el cariño, y a partir de ahora sin duda tendremos mucho menos roce.

Mucha suerte, te la mereces.

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